Crónica del Tercer Encuentro de Escrituras

Tabajara Ruas, gaúcho de Uruguaiana e torcedor colorado

Después de trabajar todo el día, di con mis huesos y mi bicicleta en la Casa de la Cultura. “Hola”, me dijo uno que sonreía atrás de la barba cheguevaresca. Respondí mecánico y sorprendido al tiempo que le ponía la cadena al flete. “Vos sos Ignacio” espetó el individuo, lo cual me hizo barajar las posibilidades acerca de quién sería ese que me conocía, que incluso identificaba mi estampa. Sin que yo pudiera llegar a reaccionar, se identificó como el Archiduque de Applecore, el dueño del blog amigo http://www.honorisliteraria.blogspot.com/ Nos conocíamos sin conocernos, al punto que yo había llegado a felicitarlo por su cumpleaños. Se llama Fabián Muniz pero lo conocí antes por su obra, que se publica con frecuencia en interné.
El “Encuentro de Escrituras” amenaza con convertirse en una tradición. Este año, desde el miércoles 22 hasta el sábado 25 de octubre, Maldonado –y las otras capitales del departamento- se vio poblado por una fauna diversa de escribientes. Como siempre, se trata de compartir la obra escrita, pero el texto más fuerte se produce por fuera del fixture planteado por la Dirección de Cultura, como el encuentro preliminar que tuve con el noble escribiente, con quien nos dirigimos rápido hacia la Biblioteca, donde ya empezaba la primera mesa que yo vi. Obviamente, ya había tenido lugar la inauguración por la mañana. Para mí, la apertura estuvo dada por la mesa que integraron Enrique Bacci, de Paso de los Toros y Humberto Robles (lo he corregido), que es mexicano y, además de dramaturgo, escribe telenovelas para comer. Esto último soterró la poesía de Bacci, que aunque pintaba lindo no pudo con la fuerza arrolladora de la acción y el efecto de los culebrones, que terminaron copando el imaginario del auditorio. Recuerdo haber escuchado la defensa por parte de una señora de las novelas brasileras antes de que llegara Horacio García Verzi presentando a Fernando Aínsa. El primero aportó la rigurosidad del caso y el segundo volcó su idea: la “geopoética”. Algo así como la relación entre la geografía y la literatura, más concretamente en Uruguay. Decía el otrora Director de Publicaciones de Unesco que, ya que existe la geopolítica, perfectamente puede fabricarse y rastrearse un concepto análogo en la literatura. Digo yo que más agradable y probablemente más útil que las cuestiones de orden político. Pero no me hagan caso, sigan haciendo guerras nomás si les divierte. Bueno, Aínsa no se quedó ahí, porque como había faltado uno compartió la mesa siguiente con Esteban Moore. Este último, padrino del acontecimiento, descerrajó unos lindos poemas sobre el auditorio, que también recibió los versos cargados de versos (sí, eso mismo) del primer libro de poesía de Aínsa, el que le fuera dado por el impasse de la quimioterapia en España. Parecían hombres serios. Pero comí con ellos.
No sabía si iba o no. Tenía planificado hacer unos trabajos el jueves de mañana. Conocer a Leonardo Martínez me convenció de que tenía que ir a escucharlo. Sin embargo, cuando llegué al CeRP del Este esa mañana, hablaba Marcelo González de las razones por las cuales existe la Historia como disciplina. Se trataba de una de esas introducciones morosas, que van de lo general a lo particular, que te van pegando de lejos y cuando querés acordar estás bajo una lluvia de piñas. Hablaba de la angustia del ser humano como fuente del querer comprender el tiempo, el paso del tiempo, el tiempo pasado. Resumía la historia de la Historia. Se iba centrando en el foco: la polémica que tienen los historiógrafos sobre si se debe tender al análisis o a la narración. Cuando la charla iba en unos tres cuartos, bajaba por el pasillo LM sin pasar desapercibido. A modo de transición. Marcelo iba llegando a la conclusión de su lección, donde campeaba el nombre de un historiador White, firme defensor de la necesidad de narrar. Y sí, ¿cómo alguien va a hablar del pasado sin narrar? Se estableció veladamente el concepto de “pajerismo intelectual” (yo mismo dixit) a raíz de las mentas hechas por MG de los enconos de otros historiadores con el mencionado defensor del relato. El tiempo dio paso a LM, quien encaró el problema que se suscita cuando la literatura es fijadora de acontecimientos históricos. El ejemplo concreto central era Acevedo Díaz, sobre cuya obra se analizó la mitificación de ciertos personajes, lo cual se relacionó con la necesidad de crear poderosas figuras arquetípicas en ciertas épocas de las naciones o de la formación de éstas. Ahora se trataba de un exceso de narración respecto a la posible realidad. Oscilábamos todos entre lo veraz y lo verosímil. Nos quedaba la idea de la historiografía y la ficción se tocan, o sea, forman parte de un continuo en el que varía la intención.
La tarde del jueves vio leer a Inés Bortagaray –dulce, tímida, ironicísima-, Humberto Bas, argeguayo, y Laura Martínez Coronel, de Melo. Damián, que apareció finalmente luego de una recaída, me contaba que Inés ha escrito unas novelas muy lindas, de una de las cuales había leído fragmentos. La ve como una voz renovadora en una literatura que solemos ver como rancia y epigonal. La noche del jueves fue el momento en que finalmente conocí a Leonardo Cabrera, recientemente publicado por Banda Oriental e histórico editor de La letra breve de San José, que tal vez vuelva. La noche del jueves reunió la generación blog (discrepen, moderados), hecha carne en las figuras de Leonardo de León (minuano de http://www.modestasirrupciones.blogspot.com/) , Damián (que hoy está en http://www.tartatextual.blogspot.com/) , Fabián Muniz (el Archiduque) y, de atrevido, yo. El nueve alto era Franco, hermano de Damián que se encamina a los USA a arreglarles la economía. Fueron momentos alegres para mí. Nuestros encuentros, mayormente virtuales, se transfomaron en abrazos. Comimos juntos esa noche en que también conocí a Tabajara Ruas, torcedor colorado. Esa fue la velada en que Luis Pereira me forzó. Claro, porque dice que tengo que publicar algo. Seguro que intenta minar mi carrera obligándome a un fiasco inaugural. Negro podrido. Recientemente mencionado en el concurso de poesía de la Intendencia de Montevideo. Salve. Y gracias por el Encuentro, que este año estuvo mejor organizado que el pasado y tuvo más gente. Se aprecia generosidad, continúe.
El viernes me envolví en una densa capa de felicidad que, osmótica, me alegró hasta los huesos. Pereira, el susomentado, me había pedido que le tapara algún agujero. Una vez conseguido el programa, vi que una mesa compartida por Mario Delgado Aparaín y Tabajara Ruas carecía de moderador. Me anoté ni lerdo ni manco. Ensayé una chapuza de presentación en la que hice nacer a Delgado en Tacuarembó, eso por no leer el papelito que decía “Florida” bien clarito… Pero todo fue muy lindo porque los que hablaban eran ellos. Tabajara, gaúcho de uruguaiana y escritor de la gran puta, leyó un capítulo de su novela “O amor de Pedro por João” que en castellano ha sido traducida como “El cerco”. Los que estábamos en la biblioteca del Liceo Departamental disfrutamos cada segundo. La gente sonreía. Me dijo el Archiduque que se inclinaban hacia adelante para escuchar. La historia del negro encarcelado que se quería bañar y amenazaba con meter relajo funcionaba como mecanismo de relojería y nos metía ganchos y uppercuts rumbo a un final a los golpes (ah, el morocho era boxeador). Debimos levantarnos de la lona para escuchar a Delgado Aparaín, quien explicó por qué narraba, por qué inventaba, por qué es feliz con las palabras, por qué la amistad es lo que más vale. Salí de ahí con la firma de Tabajara estampada en el ejemplar de “A região submersa” comprado en Florianópolis, donde resulta que mora el autor. Acompañé a parte de la delegación brasilera a la Casa de la Cultura, donde ya Ignacio Olmedo presentaba sin ambages a Ricardo Silvestrin (http://www.ricardosilvestrin.com.br/) , Nelson Landa y Leonardo Cabrera. Brasilero el primero, artiguense el segundo, autor de “Mecanismos sensibles” el maragato nombrado por último. Olmedo no vaciló en afirmar que LC es autor de unos textos que lo han conmovido a la par de Sandor Márai con su novela “El último encuentro”.
Enterado Luis Pereira de mis dos o tres lecturas de autores gaúchos, me había metido de presentador de Sílvia Niederauer, una profesora riograndense que iba a hablar de la literatura de su estado. Dije tres o cuatro pavadas y me dediqué a escuchar la entretenida exposición, que se propuso mostrar un paralelo entre los personajes emanados de la literatura y los valores que han ido cambiando. Arrancó con Simões Lopes Neto, inventor de gaúchos recios, machos y enemigos de los castelhanos (nosotros). Pasó por Aldyr Garcia Schlee (este año no vino), que conjuga a los pueblos en las figuras de dos balseros quienes, de distintas nacionalidades, son unidos en el desempleo que les causa la inauguración del puente Mauá, ese que yo cruzaba de chico y sigue uniendo a Río Branco del lado de acá y a Jaguarão do lado de lá. Terminó en la turbación de un hombre que recibe una carta de amor de otro hombre. Aquellos machos arquetípicos se emputecieron.
Después de que Verónica D’Auria leyera unos cuentos que me parecieron lindos vino una charla de Carlos Maggi. Ese mísmo, uno de los íconos vivos y lenguantes de la generación del 45. Dicen que supera los ochenta, mas su cabeza es un peligro. Al tiempo que mostraba una visión que se me antojó lúcida sobre los desastres nacionales, se asomaba la hilacha de cultura europeísta. Tuve el placer de discrepar con él al suponer que los males del africano barbarizado tal vez tengan por causa al inglés civil. Mientras me sacaba ostensiblemente el sombrero. Poco rato antes de que Tabajara, Delgado Aparaín, Ignacio Martínez y Enrique Butti le dieran el cierre literario al acontecimiento. Butti la rompió con un poema de Caperucita y la Abuela Lobo. Capo. De Ignacio Martínez debo decir que, sin conocerlo al principio, pensé que era un pichón de García Márquez y que después tocó el piano y todo. La mueve. Delgado leyó el capítulo donde le compran los caballos a Urquiza. Tabajara leyó una historia preciosa de “O amor de Pedro…” (tengo que leer ese libro). Gabriel Di Leone los había presentado.
Y Tango x 3 empezó a tocar. Y llegaron las masitas. Y cuando quise acordar Carlos Maggi bailaba tango con la mujer que lo acompañaba. Y otras parejas dibujan. Y yo miro unos zapatos hermosos. Y el tango termina por terminarse. Pero la música se queda para que se arme baile en plena biblioteca, tal vez a impulsos del contingente de brasileras. Trencito, el Negro Pereira en su acepción más tribal, Leonardo Martínez en el rol de Rey Momo (un maestro), un marinero que le ponía todo el color, el surrealismo que se mostraba triunfante, luego de que diera sus primeras señales en el homenaje a la poeta María Meleck Vivanco, cuando un sonoro pedo de un oyente cortara el aire. Y cuando, al rato, lo siguiera un compañero o tal vez un rival de épica guerra intestina.

Por otras impresiones, visiten http://www.orgasmosenlosojos.blogspot.com/ (que no es porno sino peor)

Nota: sólo faltó Pedro Peña de la «Generación blog». Debe tratarse de un castigo por decir que soy de Maldonado.

Acerca de Fernández de Palleja

Treinta y Tres, de ahí vengo.
Esta entrada fue publicada en Aldyr Schlee, Encuentro de Escrituras, Leonardo Cabrera, Leonardo de León; Fabián Muniz, Luis Pereira, Mario Delgado Aparaín, Tabajara Ruas. Guarda el enlace permanente.

18 respuestas a Crónica del Tercer Encuentro de Escrituras

  1. >Good!El autor mexicano que escribía culebrones se llama Humberto Robles. Jesús Moraes es de Artigas.Shao!

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  2. Ignacio dijo:

    >Gracias, yo sabía que tenía mucho nombre de bayano…

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  3. >Muy bueno!!! La rompiste!!¿Qué hay que hacer para ingresar en esa mafia secreta de los bloggers? Yo, la verdad, no entiendo a esa gentuza. Tienen aires de grandes literatos y son todos unos negros sucios que no saben hacer otra cosa que teclear boludeces, jajaja.PD: Lea las mejores boludeces en http://www.honorisliteraria.blogspot.comAbrazo!!!A.A

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  4. >Nacho:Te felicito. Me encantó este post, muy fresco y muy tuyo. La verdad que la pasamos muy bien. Gracias por todo.L.

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  5. Telemías dijo:

    >Excelente crónica, pero… ¡¿después de lo de Mario Delgado en Tacuarembó todavía te animás a recriminarme?! Ja.

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  6. Jhonny dijo:

    >Saludos a los creadores de aquellas tierras, sigan metiéndole mano a la escritura.

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  7. Ignacio dijo:

    >Gracias a todos por pasar. Esto es un coletazo de la alegría del Encuentro. Cada uno de ustedes lo sabe, así como deben saber que no soy de Maldonado, sino de Treinta y Tres aunque, claro, Pedro en el prólogo no metió tanto la pata porque se limitó a poner «(Maldonado)», lo cual yo quiso interpretar como que vivo allí (aquí) y que mi mujer es de acá, eso sin mencionar la casa del BHU y bueno. Nos seguimos viendo en estas vueltas.

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  8. fernanda dijo:

    >Hola Ignacio, gracias por esta crónica. Qué bueno que se hayan podido encontrar casi todos los muchachos de la red de bloggers. ¡Qué envidia, arrghh! Lástima que no haya más mujeres en el grupo, y en ese tipo de eventos en general. Suerte que pudieron conocer a Inés, gran escritora.saludos, f

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  9. >En esto del movimiento blogger no sé, fer… pero en el Encuentro estaba lleno de mujeres, así que no te sientas tan abandonada, jeje.Yo justo me perdí a Inés, pero Dam y demás me dijeron que era muy buena… Tendré que conseguir algo de ella.Saludos…A.A

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  10. Ignacio dijo:

    >Coincido contigo Fernanda acerca de que faltan mujeres. Faltan en los estantes de las librerías, sin ir muy lejos. ¿Por qué, si suelen manejar mejor y más profusamente el lenguaje, el número de escritoras es menor que el de hombres en lo mismo?Sobre lo del encuentro de bloguistas, debo decir que es concreto (no he mentido), pero sé que se trata de algo simbólico, en la medida que representa una corriente que supongo.

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  11. >vamo’arriba… En serio…

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  12. Ignacio dijo:

    >La literatura es algo al pedo. Un juego que consiste en mentir con calidad. Los escritores son personas que merecen ser tomadas tan en serio como un niño jugando con un camioncito de plástico. Las fabulaciones acerca de las afinidades entre esos niños jugando con camioncitos pueden ser hechas por a)los propios niños o b) los adultos que los miran sin entender el juego. Ambos postulados son cuestionables. También sus refutaciones. Lo único que no cuestiono es el gusto inevitable que tengo por jugar solo con mis camioncitos, darles personalidad y, eventualmente, mezclarlos con los de los niños del barrio, con los cuales no descarto pelear por jugar con el modelo más nuevo o por la arena que transportamos vanamente.

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  13. Rafael Tortt dijo:

    >Ejem…(nuevamente ejem)…¡QUÉ BUENA ESTUVO LA LECTURA DE RUAS!. Voy a conseguir esa novela( «El cerco»). Eh, yo estaba ahi, el viernes en el Departamental. Esto de la red blogger me tenía mareado. No me había dado cuenta que el presentator era usted. Por lo que veo en las fotos, creo que conocí de vista al archiduque, pero tampoco supe quién era, en aquel momento.Por suerte sí, tuve el placer de conocer a L.C y L.D, y también a Inés.Creo que más allá de lo que se vivió en el Encuentro, estas cosas son las mejores:conocer gente tan fantástica.Espero en otra oportunidad poder intercambiar algunas palabras con usted y con el archiduque.Nadie lo olvide: elaullidodelzapato estuvo allí. Un abrazo.

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  14. Lylián dijo:

    >El libro de inés es delicioso. Me dio lástima cuando se terminaba.No vale no decir que comieron riquísimo en un restoran que los atendió con alegría.

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  15. Ignacio dijo:

    >El restorán lindo, es verdad y la atención a no dudarlo.Rafael: Abandonemos el pronombre respetuoso.

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  16. Rafael Tortt dijo:

    >Me gusta más así. Usted sabrá entender.

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  17. Ignacio dijo:

    >La verdad es que no entiendo pero respeto su postura.

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  18. Anonymous dijo:

    >el marinerito que pone color soy yoooooo jajaj un abrazo julio pereyra

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