Anduve ayer disfrazado
de chancho, de parturienta,
de bailarín y de músico,
con alegres profesores
y con monjas desbundadas,
anduve de alma contenta
por una avenida inmensa
de una ciudad resumida,
anduve con mis amigos
y correteando gurises.
Anduve de carnavales
sin reglas ni tradiciones
más que destradicionar,
sin murga y sin más comparsa
que la de los espontáneos,
anduve desordenando,
con el ritmo de la risa
y el invento del instante,
anduve chupando aire
allá por las sierras de Aiguá.