Se organizarán maratones de lectura,
presentaciones de libros, actividades
con escritores vivos, conversatorios,
ofertas, ventas, sueltas de ejemplares,
todo aquello que parezca un escritor
será convocado a diversos lugares,
sin que sea necesario casi nunca
haber leído ni gustar de la literatura,
con los años el volumen cultural
de tales hechos tomará el cariz
de la identitaria Noche de la Nostalgia,
se insertará en las guías turísticas,
recordaremos que hubo páginas
e inclusive personas que las leían,
habrá museos de pocas palabras
y homenajes para el informativo.
Propongo, contra este apocalipsis,
organizar sesiones de espiritismo
con escritores muertos y también
con los personajes de las aventuras
que tanto nos divirtieron, ay, Perla
de Labuán, igual peleo con Sandokán,
propongo organizar además
una gran quema de ejemplares
con las tapas de las mejores historias,
lo prohibido es sin dudas lo mejor,
y con las páginas de los ejemplos pésimos
de cómo gastar tinta y papel.
Deseo, en otro orden, que se conozca
que los griegos no leyeron a Borges,
que Borges no leyó lo que escribimos
y que si nosotros leímos a Borges
fue porque lo encontramos de milagro
mientras evitábamos estudiar
alguna cosa de la que nos olvidamos
y los festejos que nos encantan
terminan, colorín, indefectiblemente,
Dios colorao, con un tremendo fuego
que ilumina la reunión de cuentos,
asado, chorizos, vino y Martín Fierro.
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